James Gunn arranca su reinicio del DCU duplicando la recaudación de The Flash
Hace no más de 6 años, Capitana Marvel llegaba a los cines y alcanzaba los 1128 millones de dólares en la taquilla mundial. No necesariamente por su calidad o por la popularidad del personaje, sino porque fue estrenada en uno de los momentos cinematográficos más importantes de la última década: entre Infinity War y Endgame.
El boom de las películas de superhéroes parecía no tener fin. Con múltiples escenas post-créditos aún por resolverse y series anunciadas del lado de Marvel, DC quedó muy atrás. Luego del fracaso crítico y comercial que fue La liga de la Justicia de Whedon, el estudio parecía no tener una dirección clara para su universo: Aquaman fue un éxito inesperado en la taquilla, Shazam pasó desapercibida y Birds of Prey solo funcionó por la fantástica Harley Quinn de Margot Robbie.
La próxima pieza del rompecabezas fue Wonder Woman 1984, estrenada en plataformas digitales por la pandemia en 2020. La película no solo quedó sin chances de recaudar lo invertido, sino que también fue destrozada por los críticos y los mismos fans en internet. Con un guion flojo y decisiones absurdas de los protagonistas, terminó de hundir la esperanza de redimir un universo que lentamente se encaminaba al colapso.
El estudio se encontraba en una encrucijada. Todos estos estrenos no generaban el mismo interés que las películas de Zack Snyder, por lo que se vieron obligados a hacerle caso a los fans y sacar su versión de La liga de la Justicia. A pesar de haber tenido una recepción positiva, terminó profundizando la sensación de desorden en el universo cinematográfico.
Las piezas, además de no encajar en una historia coherente, ahora se mezclaban con la visión de una persona que ya no estaba a cargo del futuro del universo. Fue en este momento que Marvel Studiosdespidió a James Gunn, quien no tardó en irse con la competencia para dirigir The Suicide Squad: la primera película de DC que logró capturar la magia de sus contrapartes en los cómics.
Aunque los fans y los críticos estaban felices, el estreno en plataformas limitó su rendimiento en taquilla. Fue entonces cuando apareció Dwayne “The Rock” Johnson, decidido a revivir el universo con Black Adam, una película mediocre con la falsa promesa de una posible vuelta de Henry Cavill como Superman. Ni eso fue suficiente para salvarla de ser otro fracaso en la taquilla.
DC no podía estar peor, pero todavía tenía dos películas más por estrenar que no podían ser tiradas a la basura como Batwoman. Shazam: Fury of the Gods tuvo una performance muy parecida a su antecesora (nadie la vio) y The Flash proponía ser el gran reinicio que los fans anhelaban desde Wonder Woman 1984, pero pasó a ser uno de los mayores fracasos en la historia del género.
Blue Beetle también logró ver la luz del día, aunque solo alcanzó resultados modestos en la taquilla, con una historia llena de estereotipos sostenida por personajes entrañables. Aquaman: the lost kingdom fue el golpe final que terminó de sepultar al universo de DC, lejos de repetir el éxito que fue su predecesora y demostrando que los cambios eran imprescindibles para poder continuar.
Ese fue el fin del camino, pero el inicio de uno nuevo liderado por Peter Safran y el mismísimo James Gunn, quien al mismo tiempo cerraba su aclamada trilogía de Guardianes de la Galaxia en Marvel Studios. Poco a poco comenzaron a revelar los planes para el futuro del DCU, y hoy esa visión ya puede verse reflejada en Superman.
Las cifras pueden no alcanzar las de Spider-Man: No Way Home o Guardianes de la Galaxia: Vol. 3, pero finalmente podemos decir que hay una luz de esperanza para los fans de DC. Superman logra captar lo más cercano a una estética cinematográfica que se puede encontrar en este género, y lo hace junto a una historia y un reparto que llegarán a los corazones de cualquiera. 600 millones y contando.
