De la productora A24, con Finn Wolfhard y Willem Dafoe en su elenco.

Desde hace años, A24 nos tiene acostumbrados a propuestas visualmente impactantes y emocionalmente profundas. Con The Legend of Ochi, la productora se anima al terreno de la fantasía familiar, un género que parecía olvidado por el cine moderno. ¿Logra estar a la altura? La respuesta no es tan simple.
Sinopsis: Una joven llamada Yuri crece temiendo a las criaturas solitarias del bosque, conocidas como los ochi. Sin embargo, cuando descubre a un bebé ochi abandonado por su manada, emprende un peligroso viaje para reunir a la criatura con su familia. A medida que Yuri se adentra más en el bosque, enfrenta desafíos peligrosos y aprende valiosas lecciones sobre el coraje, la amistad y la importancia de proteger la naturaleza.
La historia sigue la clásica estructura de “no temerle a lo desconocido” para así aprender “valiosas lecciones de vida”, lo que inevitablemente la llena de clichés ya vistos en cientos de películas similares. Desde que empieza, te das cuenta hacia dónde va la trama, y aunque eso no siempre es negativo, que una película de 84 minutos se haga lenta sí lo es. El film alterna demasiado sus ritmos, agotando al espectador con escenas repetitivas o predecibles. Hay momentos en los que no sabés cómo reaccionar, porque ya los viste mil veces en otros relatos. El destino de la historia está sellado desde que nos adentramos en ella, y eso le quita fuerza emocional a cada obstáculo que Yuri atraviesa.

En cuanto a las actuaciones, el único realmente destacable es Willem Dafoe, quien —aunque aparece poco— brilla con su carisma habitual. La protagonista, en cambio, nunca logra generar una conexión real. En ningún momento me sentí involucrado emocionalmente con lo que ocurría, y creo que eso se debe a una falta de ambición narrativa: el guion no se arriesga ni se despega de la fórmula segura.
La película intenta apuntar a todo público, especialmente al infantil. Y si bien esto se nota en los múltiples chistes simplones y forzados, más allá de eso no creo que logre captar la atención de los más chicos. Le falta esa chispa de encanto o novedad que hace que una historia infantil se vuelva inolvidable.
Narrativamente es floja, sí, pero tiene dos elementos que la levantan muchísimo: la fotografía y la banda sonora. Visualmente es una joya, con paisajes y paletas de colores dignos de un cuadro. La cámara juega con lo fantástico sin necesidad de exagerar, como suele lograr A24. La música, por su parte, es mágica. El soundtrack logra lo que el guion no: sumergirnos en este mundo extraño y encantador.

El mayor acierto del film es, sin dudas, la criatura “Ochi”. En lugar de depender exclusivamente del CGI, optaron por usar un animatrónico en la mayoría de sus escenas. El resultado es fantástico. La criatura es adorable, creíble, y nos remite inevitablemente a figuras icónicas como E.T. o hasta más recientes como Grogu (Más conocido como Baby Yoda). Esa decisión estética y técnica le da alma a la historia, aunque no sea suficiente para salvarla por completo.
The Legend of Ochi es una película que parece hecha con cariño, pero sin riesgo. Se insinúan temas como la pérdida, el miedo a lo diferente o la conexión con la naturaleza, pero ninguno de ellos se explora con la profundidad que merecen. En su intento por evocar la ternura de E.T. y la majestuosidad de La Historia Sin Fin, la película queda a medio camino: no emociona como la primera ni sorprende como la segunda.

Mi puntaje para The Legend of Ochi es un 5/10. Tenían todo para diferenciarse en el género de aventuras y, aun así, decidieron apegarse a la misma fórmula de siempre. Una lástima.
Duración: 1 hora con 24 minutos
Apta para todo público
No contiene escenas post-créditos