Hoy se estrena la adaptación de Long Walk, la primera novela de Stephen King

Camina o Muere tiene una premisa muy simple: “caminar hasta morir”. En un futuro distópico, Estados Unidos fue parte de una gran guerra que dejó a la nación en una crisis económica y social enorme. Ante esto, un gobierno totalitario asume el control de la sociedad y, para elevar la moral del pueblo, organiza cada año una competencia mortal donde 100 jóvenes deben caminar sin detenerse.
Las reglas son claras: tienen 3 advertencias, a la tercera son eliminados. La competencia, organizada por el Estado, es seguida por tres camiones militares que les dan raciones, cantimploras y transmiten el evento a todo el país. El ganador recibe una fortuna suficiente para vivir cómodo toda la vida junto a su familia y, además, un deseo que el Estado debe cumplir sin importar cuál sea.
La estética de la película está ambientada en los años 60’s, época en la que King escribió la novela. Fue su primera obra, publicada bajo el seudónimo de Richard Bachman, aunque recién vio la luz diez años después gracias al éxito de títulos como Carrie y El Resplandor.
Si bien la producción muestra un presupuesto muy ajustado (al punto de no alcanzar siquiera los 100 actores necesarios para la largada de la caminata), destacan varias actuaciones. Entre ellas, un irreconocible Mark Hamill como el “Mayor”, antagonista y líder militar de la dictadura. En el rol de los jóvenes caminantes aparecen viejas promesas ya crecidas, como Roman Griffin Davis (Jojo Rabbit), Cooper Alexander Hoffman (Licorice Pizza) y David Jonsson (Alien: Romulus), quienes aportan el corazón a esta historia.

Con una clara crítica social a los regímenes totalitarios, la película convierte una premisa sencilla en algo crudo y emotivo. No es terror puro, pero entra en la categoría gore: la muerte, el dolor y hasta funciones corporales básicas se muestran sin ninguna censura, recordando constantemente lo brutal del desafío. Como dice el Mayor, “el primero en morir es un héroe tanto como el último”.
El director Francis Lawrence no es ajeno a las distopías literarias. Fue el responsable de Soy Leyenda (adaptación de la clásica novela de Richard Matheson de 1954) y también de varias entregas de Los Juegos del Hambre (En Llamas y Sinsajo parte 1 y 2), lo que demuestra su experiencia en trasladar a la pantalla grandes relatos de mundos opresivos y sociedades al borde del colapso.
Los 108 minutos pasan sin demasiado problema, aunque cuesta empatizar con personajes cuyo destino es inevitable. Sin embargo, Lawrence logra mantener la tensión y cierta reflexión sobre la pérdida progresiva de humanidad en situaciones extremas.
La película se estrena hoy, 25 de septiembre, es una opción atractiva para los fanáticos de Stephen King o cualquier amante del género distópico y sangriento. Quizás no revolucione el cine, pero es una adaptación que devuelve a King al centro de la conversación.