Luego de tres años de espera, Merlina vuelve con una segunda temporada llena de nuevos misterios, monstruos y revelaciones que no alcanzan para salvarla del síndrome “serie de Netflix”

Merlina llegó a Netflix en noviembre de 2022, con el mismísimo Tim Burton en el equipo creativo y en la silla del director en algunos episodios. La primera temporada fue un éxito absoluto: no solo rankeó entre las series más vistas de la plataforma, sino que además se convirtió en una sensación viral en redes sociales. Con un elenco de estrellas y una historia que recién comenzaba, solo era cuestión de tiempo para volver a ver a la familia Addams en nuestras pantallas. Pero Netflix se tomó ese tiempo demasiado en serio.
Tres años de espera ya es un montón, pero aparte decidieron dividir la temporada en dos partes, con un mes en el medio para volver el estreno aún más tedioso. Al parecer no es rentable estrenar un capítulo por semana como todas las plataformas del planeta, pero quién sabe. Dejando todo eso de lado, la buena noticia es que finalmente podemos ver cómo continúa la historia de nuestra psicópata favorita (ahora sí, sin interrupciones porque la temporada completa ya se encuentra disponible).

La serie retoma durante las vacaciones de verano de Merlina. Aunque cualquier adolescente aprovecharía para juntarse con sus amigos o disfrutar de su libertad, ella decide usar sus nuevos poderes psíquicos para atrapar un asesino serial que sigue suelto. Desde el minuto uno queda claro que la serie perdió cualquier tipo de seriedad que la primera temporada pudo haber tenido. Aunque puede llegar a jugarle en contra a largo plazo, el humor definitivamente mejora muchísimo, ya que la trama deja atrás cualquier pretensión de realismo y abraza lo ridículo de su propio universo.
Probablemente no recuerdes nada de la temporada anterior, pero por suerte los primeros episodios se dedican a recapitular un poco lo sucedido, a través de diálogos explicativos que lamentablemente plagan el resto de los capítulos. Esto no es porque el guion esté mal escrito, sino porque padece el síndrome de ser una serie de Netflix. La plataforma ya no busca historias inmersivas con personajes que se sientan reales, sino ficciones que puedas poner de fondo mientras haces tareas de la casa o miras TikTok. Los personajes hablan como si estuvieran resumiendo su progreso, hasta parecer salidos de un videojuego o un simulador.

A pesar de que la mitad de sus diálogos son repeticiones constantes para recordarte lo que está pasando, algunos personajes muestran un gran desarrollo comparado a la primera temporada. Esta vez, toda la familia Addams se verá agregada a la dinámica de Nevermore, gracias a que el nuevo director Dort (Steve Buscemi) considera que Morticia (Catherine Zeta-Jones) es la mejor candidata para conseguir los fondos que la escuela necesita. No por su dedicación a la causa, pero porque Dort quiere usar a Bianca (Joy Sunday) y sus poderes de sirena para hipnotizarla a traer a su madre y que done toda su fortuna.
Este hilo puede sonar súper interesante, pero al igual que todos los misterios, se resuelve tan rápido que es como si no hubiese pasado nada. Aun así, es una buena excusa para mantener a toda la familia junta y poder explorar la dinámica de los emblemáticos Addams. Gómez (Luis Guzman) y Pugsley (Isaac Ordonez) tienen más tiempo en pantalla, aunque menos como protagonistas y más como piezas que los guionistas mueven para llevar la trama a donde les conviene. Este es el mayor problema, que en vez de desenvolverse orgánicamente, las ideas disparatadas y los puntos de clímax parecen haber sido pensados sin tener un plan general sobre hacia donde debía ir la historia.
No solo lo vemos en Pugsley y Gomez, que a pesar del encanto de los actores terminan marginalizados, pero también en Enid (Emma Myers). Le dan un triángulo amoroso que parece sacado de Disney Channel, pero como la necesitan en el final, de repente es la werewolf más poderosa de la escuela. De todas maneras, comparte un momento muy emotivo con Merlina que brinda autenticidad a su amistad, una relación que hasta entonces parecía más forzada que genuina.

Vemos (nos cuentan) un poco del pasado de Morticia, su relación con su madre y la historia de su hermana Ophelia, quien se dejó llevar por sus poderes psíquicos hasta perder la vida. Esta parte de la trama aporta un matiz interesante a la relación madre-hija con Merlina, ya que ahora sabemos por qué está tan encima de ella todo el tiempo: la quiere proteger para que no termine como su hermana, consumida por visiones que la llevaron a la locura.
El núcleo de los Addams siempre fue el amor. Por más que disfruten torturarse y atormentarse entre ellos, en el fondo la familia es lo más importante y esto es algo que se refleja mucho en la segunda temporada. Merlina se ve genuinamente preocupada por los suyos cuando están en peligro, lo que le da más profundidad a un personaje que por momentos se siente monótono. Aunque funcionan muy bien en la pantalla, la serie parece estar alejándose de ser Merlina para convertirse en Los Locos Addams. Esto no tiene por qué ser algo negativo, pero si preocupante a largo plazo, sobre todo si la historia “Hogwartezca” es el camino que eligieron, uno que ya demostró no encajar del todo con la familia de inadaptados.

Merlina es una serie con mucho espacio para mejorar. En esta temporada vimos un humor que explota los aspectos más ridículos de la trama para elevarla lo más posible. Aunque todos los hilos narrativos se resuelven en el último capítulo, como dicta el manual de Netflix, hay alguna que otra revelación capaz de agarrarte desprevenido. El final queda lo suficientemente abierto como para que duelan más otros tres años de espera, si es que te sigue interesando ver una historia que de original tiene muy poco.
Puntaje: 6/10