Ralph Macchio y Jackie Chan se juntan para llevar el universo de Karate Kid nuevamente al cine.

Sinopsis: Tras una tragedia familiar, el prodigio del kung fu Li Fong (Ben Wang) se ve desarraigado de su hogar en Pekín y obligado a trasladarse a Nueva York con su madre. Li lucha por dejar atrás su pasado mientras intenta encajar con sus nuevos compañeros de clase y, aunque no quiere pelear, los problemas parecen encontrarlo en todas partes. Es ahí cuando su profesor de kung fu, el Sr. Han (Jackie Chan), junto con Daniel LaRusso (Ralph Macchio), ayudarán a Li a aprender una nueva forma de luchar, fusionando sus dos estilos en uno para el enfrentamiento final de artes marciales.
Apenas se anunció este proyecto, esperaba con ansias verlo. Ver a Ralph junto con Jackie sonaba interesante y, aunque no me convencía la idea de otro Karate Kid, creía que se las podían ingeniar para traernos una historia distinta de lo que veníamos acostumbrados. Sin embargo, con el pasar del tiempo, ya sea con los avances o detalles revelados, la emoción se fue apagando y los temores se incrementaron hasta que dieron como resultado la regular película que nos terminaron entregando.
La película plantea no ser un remake, sino continuar en el universo de siempre (que, cronológicamente, significa que sucede después de la serie Cobra Kai), solo que sin darles relevancia, algo que considero un error absoluto. Tratan al espectador como alguien promedio o que no vio los proyectos previos a este cuando, justamente, la idea de esta película es traer a ese público en busca de nostalgia al más puro estilo de la serie de Netflix. Se menciona al señor Miyagi y su legado, pero ignorar acontecimientos como los de Cobra Kai o lo sucedido con Jaden Smith en el remake del 2010 es un descuido notable.

El protagonista, Li Fong, interpretado por Ben Wang, tiene carisma y gran capacidad para la pelea, pero su historia resulta genérica y repetitiva, lo que agota. Además, al buscar cómo diferenciarse de las predecesoras, cae nuevamente en los clichés que intenta evitar. Esto es chocante y poco refrescante, especialmente para los fanáticos de la saga que estamos hartos de ver siempre lo mismo ¿de verdad no hay mejores ideas?
La cinta inicia de manera fluida y emocionante, pero todo se desmorona cuando introducen el conflicto principal. Su antagonista es olvidable y no se siente como una amenaza difícil de vencer. Las peleas son fabulosas, pero la edición y el montaje hacen imposible sentir el suspenso y la tensión que caracterizan las luchas en este tipo de películas, llegando a marear al espectador.
La película se promociona como la gran unión de dos generaciones “Karate Kid“, pero las apariciones de Daniel LaRusso y el Sr. Han son breves y no justifican el intenso marketing al respecto. Sobre todo con el personaje de LaRusso, hasta diría que es irrelevante. La fotografía y el soundtrack están bien, pero no son destacables. La duración de 94 minutos es insuficiente para un correcto desarrollo de la trama con la pizca justa de nostalgia (lo que verdaderamente vende), unos 20 minutos más habrían servido para funcione mucho mejor.
A pesar de todo lo negativo, la película logra entretener con un ritmo fluido, un protagonista simpático y un humor simple casi siempre efectivo. Ver la dinámica de Ralph Macchio y Jackie Chan en pantalla grande, por más breve que sea, es gloriosa y súper divertida.

Como fan del legado Karate Kid, este nuevo proyecto es decepcionante e innecesario. Mi puntaje final es un 6/10 porque, aunque tiene muchas cosas negativas, el espectador no solo se entretiene sino que lo deja con ganas de ver más. No voy a mentirles: Los minutos finales son los que verdaderamente hacen valer la pena verla y hacen que mi puntaje se mantenga positivo.
Duración: 1 hora con 34 minutos.
Apta para mayores de 13 años.
No contiene escenas post-créditos.